Siempre me gustó la frase “es mejor la calidad que la cantidad”, se puede aplicar a muchas situaciones de la vida y a muchos contextos.
En mi trabajo esta frase es una máxima que debería de llevarse a cabo siempre. Todas las empresas lo tendrían que tener claro, sea cual sea su función o su terreno.
Si pensamos en empresas que desarrollan software, la aplicamos al contexto de que es mejor ir poco a poco sacando a producción trozos con una calidad excelente que no un producto completo con una calidad nefasta y que tengamos que realizar parche tras parche para reparar esos defectos que no se han arreglado antes.
¿Qué supone algo así? Que el tiempo de desarrollo se ha acortado porque el producto está en producción pero el tiempo de “reparaciones” de ese desarrollo se puede alargar muchísimo y al final es un coste de dinero que se suma al mantenimiento que hay que realizar y a los evolutivos que tengamos que ir haciendo. Además, a esto, se suma el descontento de los usuarios que utilizan este software.
Si cambiamos las tornas y vamos por el camino correcto, sacando pequeñas piezas poco a poco y que cuenten con una gran calidad, tendremos un desarrollo previsiblemente más largo pero que estará en producción en buenas condiciones y a esto sumamos que los usuarios estén contentos y que podamos tener más usuarios potenciales por la técnica del boca a boca.
Siempre hay que tener en cuenta que la parte de mantenimiento y de evolutivos estará constante en ambas opciones y que para la realización de esta segunda opción nos pueden ayudar las metodologías ágiles que aportarán un punto de vista diferente y nos resolverá la papeleta de separar el software en trozos adecuados para los usuarios y que aporten un valor por sí mismo.
Esta máxima, como ya dije al principio se puede aplicar a cada situación en la vida, tanto personal como profesional y cuando piensas que la cantidad está por encima de la calidad, se tienen el 99% de papeletas para fallar.
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