Cuando miro hacía el pasado y voy haciendo memoria de los proyectos en los que he estado, la gente que he conocido, los compañeros que he tenido me doy cuenta de lo mucho que me gusta mi trabajo.
Puede ser un trabajo que a simple vista no sea agradecido, pero que según llega la hora de entregar las cosas a los clientes, se va haciendo más y más y solo el hecho de que lo que has probado se utilice y se utilice de manera correcta sin problemas, es lo más agradecido y satisfactorio que puedes llegar a tener en la vida.
Cuando las cosas se hacen bien, las personas que utilizan el software que has probado, están encantadas, hablan de ello, el boca a boca hace de las suyas, el positivismo te abruma y estas preparado para comerte el mundo, solo necesitas levantar la cabeza y andar con total calma y tranquilidad. De verdad, profesionalmente, es una sensación inigualable.
Esos momentos que he ido viviendo a lo largo de mi carrera, donde van llegando comentarios positivos, escuchas que todo va bien, que la gente está contenta, te felicitan y piensas: ¡lo hemos logrado! Hemos hecho las cosas como hay que hacerlas, en condiciones, con responsabilidad y poniéndonos en la piel de los usuarios. Trabajando, entre todos, con cabeza, con fiabilidad y aportando las máximas energías para que todo sea un éxito.
Si todo eso se cumple, se gana en motivación, el cuerpo te pide creatividad, ganas de más, de seguir haciéndolo bien y de aportar lo máximo a cada mínima cosa que se hace, en relativas cuentas, se hace con cariño.
La motivación de hacer las cosas bien reside en cada uno, pero detrás, tiene que existir un equipo de personas que te motiven a ello, empujando y dando ejemplo, implantando calidad, garantía, satisfacción y fiabilidad. No vale el hacer las cosas por hacerlas, por entregarlas y borrarlas del listado, hay que creer en lo que se hace y el resto viene de la mano.
Durante todos estos años, mi esfuerzo era, es y será el esforzarme al 200% en conseguir todo lo anterior, para ello, hay que tener personas alrededor con la misma actitud, con las mismas ganas, dándolo todo y esforzándose para que, juntos, el trabajo esté bien hecho, si no es así, una sola persona podrá arrastrar al resto y hundirla en un pozo de negatividad, en el que es muy complicado el escapar.
Desde el primer día que empecé en el mundo de las pruebas, no he estado ni un minuto sin ellas en la cabeza, sin perder esa sensación de validar algo y entre la gente que lo desarrolla y tu, lo dejáis impoluto, como una patena, obtener el tan ansiado 0 defectos y que se pueda subir a producción con total tranquilidad.
Día tras día, lo tengo más claro: ¡Me gusta mi trabajo!, ¡I love my job!
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